by Diana Perez Almonte
Yuli, llama a tu abuela que está triste. La tristeza de tu abuela depende de ti. Mis emociones, las de tu abuela, las de tu tía, las de tu hermano, las de tu papá, las de media isla dependen de ti.
¿Dónde estás? Te llamo y te llamo, y no contestas. Te escribo, y no contestas. ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? ¿Estás viva? No me asustes. Solo piensas en ti. ¿Cómo piensas tener familia con esa actitud? ¿No quieres tener hijos? Ahorita va y no quieres, y no me lo quieres decir. Tú naciste para ser tú y nada más. Siempre has sido así. Terca, rebelde, testaruda. Solo piensas en ti.
Ay mija, no nacimos pa estar solos.
¿Y el novio? Siempre te veo saliendo, pero nunca con nadie estable. Te van a coger de relajo. Muchacha, ya casi tienes 30 años. Tus tías y yo hemos hablado con el padre, y él dice que «todo a su tiempo». Yo le digo, «Padre, pero a los 40, los hijos salen con problemas».
Piensa en mí, Yuli, en tu mamá que te ama tanto. Nadie te amará tanto como yo. Es más, yo te amo más que a nada en este mundo. Más que a mí misma. Más que a mi vida. Yo doy mi vida por ti y tus hermanos. Sacrificio, sacrificio, sacrificio. ¿Qué saben ustedes de eso? Nacieron con el plato en la boca. Yo tuve que trabajar desde los 13 años, y mi escuela quedaba del otro lado de la montaña. No te rías, que es verdad. ¿Qué, qué de exagerada? Respétame, Yuli. Respétame, que soy tu mamá. Respétame, que soy tu hermana, tu mejor amiga, tu todo. Respétame, que por ti muero.
Llama a tu abuela que tu tío Olivio se murió. Ella está triste. Llámala. Llámala. Está esperando tu llamada. Sí, la tuya que eres la nieta más grande. Fuiste la primera y tienes que dar el ejemplo. Sí, tus primas siguen tus pasos, aunque hayan salido chiviricas y hagan lo que quieran. Ellas no son como tú, Yuli. Yuli, la que siempre está, que nunca dice que no, la primera, la más vieja, el ejemplo, la gold star, la buena estudiante, la buena hija, la niña seria, la niña buena. Pero eso como se te olvidó. Ya no eres la misma. Desde que tienes ese perro, ya no eres igual. Te cortaste el pelo, anillo en la nariz, tatuajes. No me llamas, no me dices «ción mami», no llamas a tu abuela, te desapareces.
Ay, Yuli, deja que te cuente la última de tu hermano. Tengo que contarte mis penas, tengo que contarte mis miedos, que tú los adoptes, que tú me ayudes. Hace mucho dejaste de hacerlo. Ya no me das consejos, ya no me dices «Sí, mami». Extraño a la Yuli de antes.
Yuli, ¿llamaste a tu abuela? Llámala que está triste. Y después, llama a tu tía que se rompió una uña. Ah, y tu prima dice que le prestes un dinero. Llámala. Llámanos. Ayúdanos. ¿Qué quién te ayuda a ti? Niña, no seas egoísta. Que mala eres. Eres una niña mala. Una egoísta. No tienes corazón. Un corazón negro, podrido, destruido. Que bajo has caído. Ni tu hermano. Ni tu prima. Ni tu vecina. Tú, tú, tú.
Yuli, componte. Ponte pa lo tuyo. No le pares a na. Que en esta vida el que no se ayuda a sí mismo primero, se jode. Te lo digo yo. Mira como estoy. Tu mamá que te ama, que te adora, que por ti da la vida. Llámame ahorita.
Diana Pérez Almonte was born and raised in Santo Domingo, Dominican Republic. Her love for the written word allows her to remain grounded in her roots and serves as her vessel for spreading understanding of her culture. Diana currently resides in Dallas, TX, with her dog Missy, her birds Bobbi and Carly, and her plants.
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